Los lectores de cierta cultura habrán oído hablar del célebre decálogo de Onetti. Otros lectores lo habrán conocido a través de lectores de más, mejor o por lo menos diferente cultura que ellos. Y después están los que jamás supieron nada de él y salen en este preciso momento a realizar la pertinente búsqueda por internet.
A veces es inevitable preguntarse qué hubiera dicho el Maestro, de haber escrito hoy su célebre decálogo, que no era tal sino decálogo más uno. Como no soportaba que le dijeran Maestro, es muy probable que no le gustara nada que si tenía once consejos para escritores noveles, un simple decálogo le constriñera semejante contribución a la Literatura. A fin de cuentas, ¿quién se cree el decálogo que es? A excepción de los 10 mandamientos, popularizados entre otros por el célebre director Cecil B. DeMille, el de los diez mil extras diez mil, los demás decálogos gozan de un razonable anonimato, para bien de casi todos nosotros.
A continuación, presentamos el catálogo alternativo que hubiera dado en crear Onetti de vivir en estos tiempos.
Dijo una vez:
I. No busquen ser originales. El ser distinto es inevitable cuando uno no se preocupa de serlo.
II. No intenten deslumbrar al burgués. Ya no resulta. Éste sólo se asusta cuando le amenazan el bolsillo.
III. No traten de complicar al lector, ni buscar ni reclamar su ayuda.
IV. No escriban jamás pensando en la crítica, en los amigos o parientes, en la dulce novia o esposa. Ni siquiera en el lector hipotético.
V. No sacrifiquen la sinceridad literaria a nada. Ni a la política ni al triunfo. Escriban siempre para ese otro, silencioso e implacable, que llevamos dentro y no es posible engañar.
VI. No sigan modas, abjuren del maestro sagrado antes del tercer canto del gallo.
VII. No se limiten a leer los libros ya consagrados. Proust y Joyce fueron despreciados cuando asomaron la nariz, hoy son genios.
VIII. No olviden la frase, justamente famosa: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5?
IX. No desdeñen temas con extraña narrativa, cualquiera sea su origen. Roben si es necesario.
X. Mientan siempre.
XI. No olviden que Hemingway escribió: "Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela, que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer."
Tal vez hoy diría:
1.- No busquen nada. Escriban lo que se les ocurra. Siempre habrá un descerebrado que los encuentre únicos y originales.
2.- No intenten deslumbrar al burgués, ya tiene el bolsillo asustado. Ni al proletario, tiene a Marx. Ni al rico, no sabe leer.
3.- Traten de complicar al lector, así creerá que son profundos y lograrán la fama sin necesidad de buscar ni reclamar su ayuda.
4.- Escriban pensando únicamente en ustedes mismos: todos los demás -crítica, amigos, parientes, novia, esposa, etc.- están malacostumbrados e intercambian sin pudor lo que otrora fueron sus definidos roles. Nadie quiere oír un “¿Escritor, vos? Si no escribís ni en la lista del super?
5.- Sacrifiquen impunemente la sinceridad literaria, a la política, al triunfo o a otros valores igualmente deleznables. Ese otro, que llevamos dentro y no es posible engañar, para el que alguna vez les dije que escribieran siempre, también sabe todo eso. Y hasta es probable que ni le importe.
6.- La moda, como las mariposas son efímeras. Sigan todo lo efímero, y a falta de gallos buenos son los despertadores.
7.- No se limiten a leer. Lean lo que quieran, consagrado o no. No vamos a caer en la ingenuidad que Dan Brown va a pasar a la historia, pero la mayoría de quienes lo leyeron no saben ni siquiera quiénes fueron Proust o Joyce (ay, no sé man, ¿cantantes o actores de cine?)
8.- Olviden la frase, tristemente olvidada: 2 más dos son cuatro; pero ¿y si fueran 5? Ya la convirtieron en “¿Cuánto quiere que dé la suma?”
9.- Los temas con extraña narrativa causan extraños resultados. Todos roban, no tienen por qué dejar de seguir una costumbre popular.
10.- No mientan nunca; igual, siempre habrá quien dude de que están diciendo la verdad.
11.- Hemingway escribió: "Incluso di lecturas de los trozos ya listos de mi novela, que viene a ser lo más bajo en que un escritor puede caer." A mi modo de ver, estaba un poco desnorteado. No olviden lo que escribió, pero sobre todo recuerden cómo terminó.
12.- No desprecien las redes sociales: se puede llegar a ser tristemente famoso vertiendo memorias interminables en Facebook, pero llegar a la más lamentable bajeza, es no poder transmitir una idea en 160 caracteres.
Por María Inés Peyrallo